En Francia sólo se supo de la muerte de la hija de un potentado italiano. A otros niveles, y con un número reducidísimo de enterados, se supo que Antonio Luján estuvo presente durante la muerte de Katia Lont al modo del Apóstol San Pablo (cuando aún lo llamaban Saulo) frente a Esteban, claro, sin los atenuantes posteriores pues aquel mostró más crueldad en el porvenir. Se trató de creer que el tipo adoptó el seudónimo de W. G. Dovan por su manía incurable de andar encubierto en cada una de las vidas que quiso vivir, pero eso no está comprobado.
Ahora bien, Katia, para idealizar de buen modo el perfil francés y para lograr un buen agrado entre algunos lectores, era rubia y delgada; estaba comprometida para casarse cuando quise conocerla. Sin haber una intención traidora en su corazón, pronto se enamoró de mí.
Continuó en esa actitud cuando decidió romper su compromiso nupcial previo, muy firmemente como una mujer sin cobardías. El agraviado, de nombre Roberto Fann, no se mostró indignado –lo cual fue sorprendente- y alejó para siempre de sí a la dulce Katia Lont. Yo naturalmente ocupé su lugar.
Cabe decir que siempre lo supe todo, desde que iba sucediendo. Pero basta ya de imágenes perfectas, allí construir es fácil, será muy difícil en el fin. Lo difícil no existe con lo que tampoco aseveramos que todo es fácil, de esto ya queda poco en el mundo.
Al regresar de la luna de miel nos instalamos a gusto de ella y a capricho de su padre en un pequeño paradiso situado entre el Rialto y las fuentes del Brenta y del Piave; que por el sólo hecho de ser italiano me agradaba sobremanera. Lo gratuito tuvo un segundo plano en lo afable del sitio, pues era lo justo para la hija del presidente de la Fonemia Capri Chea, compañía importante de la industria italiana.
Sucedió en Katia en días posteriores, un pletorismo sensual que a pesar de muchos no pudo ir en aumento en mí. Ese pesar no es en modo alguno fútil, pues habiendo sido yo también un ex-hindú Tantra, con Katia podría decirse que fue el más fugaz reino que pudo haber gozado un extinto Rey del Khajuraho.
Pero de cualquier manera, noté cierta mañana que mi alma se había desembarazado de ella, que ya no la amaba, así que cuando ocurrió lo del secuestro, alguien debió pensar ponzoñosamente que yo era el malhechor. Abandoné mis actividades musicales por completo y busqué el sosiego y la forma de zafarme de todo. Los diarios acapararon las noticias desde el principio y para no parecer ajeno, les di más de una entrevista.
En octubre, los matutinos dieron toque final a mis tribulaciones: Katia Lont hallada muerta en una playa baldía de Saint Tropez. Su cuerpo blanco y delgado estaba nítido, solamente su cabeza y su cabello sufrieron la mutilación de un disparo. Un detective independiente engrosó su caudal bancario con su trabajo (no daremos su nombre), identificó nombres y circunstancias que forjaron el asesinato.
Roberto Fann, encendido por el despecho, contrató al Antonio referido para la empresa de su venganza; éste, cobarde por naturaleza, hizo lo mismo con unos sicarios, quienes llevaron a su fin la vida de Katia Lont, la bella Katia Lont. Quizá triste y desahogado, dejé a Katia en los primorosos jardines franceses y viajé a Italia con sus familiares a dejarles la amargura de la invaluable pérdida.
Volví en tren por donde me fue posible. En Burdeos alguien me reconoció (era un antropólogo), hablé Alemán para alejarlo y confundirlo, sé que me entendió; seguramente iría después a escribir episodios inverosímiles y eternamente inéditos.
Pensé que ya no era tiempo de peregrinaje turístico y satisfacciones espirituales y carnales. La última vez que me vieron (sin reconocerme) fue en Mónaco con una modelo de poco renombre.
Un príncipe egipcio se cansa de todo al igual que un obrero francés. Gracias a la invención de la metempsicosis (el mejor regalo que pudo darnos el buen Pitágoras), logré desempolvarme un poco de esta lobreguez de siglos; pero ya es hora de volver a los majestuosos reinos de Osiris en el ruinoso imperio del Nilo.©
Autor: Crosby Girón
Editor de la revista Inforpress Centroamericana
Editor de la revista Inforpress Centroamericana
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